viernes, 10 de diciembre de 2010

El buscaminas en Aruba

Hace poco estuve en Aruba, por tercera vez. Debo confesar que en esta oportunidad, la pequeña isla holandesa me gustó más o me terminó de cautivar. Está muy linda y las playas, su mar y la ciudad de Oranjestad, la capital, son realmente atractivas. Es un destino caro, pero para nosotros, los argentinos, por el valor del dólar todos los destinos son caros. Sin embargo, es más accesible que otros y a la hora de hacer números, me animo a recomendarlo.
Bueno, en Aruba tuve la oportunidad de pasar dos noches en el Riu Palace Aruba... me dejan que lo diga en cordobés básico: un hotelazo. Cerca de 600 habitaciones, cinco restaurantes, una piscina impresionante y un estilo entre mediterráneo y morisco, con sistema all inclusive pero con todo incluido, o sea, todo.
Justamente, en la playa del Riu Palace conocí al buscaminas. No, no se trata de un caballero en busca de señoritas. En realidad, se trata de Lee, un estadounidense pensionado que se radicó en Aruba a gozar de la vida. El personaje "barre" toda la playa con un extraño aparato, similar a una bordeadora de pasto, con tres círculos concéntricos, una batería en la cintura y un cable con auriculares, como los buscaminas de los militares. Cuando me le acerqué, suspendió el "barrido" y se sacó los auriculares. What are you looking for, metals? (qué busca usted, metales?) le pregunté. Y la respuesta me dejó asombrado: No, gold and coins (no, oro y monedas), y sacó un puñado de monedas del bolsillo de su bermuda. Luego de explicarme que se trata de un hobby, de los saludos de rigor y de desearle buena suerte en su búsqueda, siguió con su buscaminas, ahora convertido en "buscaguita".
Me acerqué a uno de los guardias del hotel Riu que vigilan la playa y le pregunté si lo conocía: "Sí, es Lee, un "gringo" loco retirado (jubilado) que vive aquí, es pescador y se dedica a buscar objetos perdidos en la arena". Y me contó que no hace mucho, con su extraño aparato, encontró un anillo de oro con cinco brillantes, que un huésped del hotel creía que había perdido en el mar. El anillo estaba debajo de la reposera que había usado el turista y Lee se lo encontró y "plink caja" o mejor dicho, "plunk bolsillo". Lo concreto es que Lee será loco pero no es b... y con ese hobby se hace una buena diferencia. No puedo imaginar el valor del anillo con brillantes, pero seguramente le alcanzó para varias Balashi (la cerveza local, rica). No tengo foto de Lee porque cuando amagué a sacársela, me hizo señas que no, no quería fotos. Pero les muestro la playa... algo es algo.
Ah, y antes de despedirme, ¿saben porqué a los norteamericanos les dicen "gringos"? A esto lo aprendí en Panamá: cuentan que los soldados estadounidenses que invadieron Panamá vestían uniformes verdes y los lugareños les gritaban green, go home (verdes, váyanse a casa). Del green go al "gringo", un solo paso. Hasta la próxima.

Abur
La playa que barre Lee con el buscaguita.

Cuando nevó en Puerto Rico

Un amigo, Fernando Arocena, me ha retado. Me dijo "¡que bueno si postearas más seguido!". Y me dio vergüenza, porque tiene razón, soy algo vago para alimentar el blog. Tengo en mi defensa el argumento de que afortunadamente estoy con mucho trabajo y algunos viajes seguidos, pero no son justificativos. Así que me senté a pensar en qué podía postear (me cuesta usar estos nuevos verbos cibernéticos).
Me acordé de algo que supe en mi viaje a Puerto Rico y que cuando me lo dijeron me dejó como "hombre mirando al sudeste". Con la picardía latina de los "pueltoliqueños" me tiraron el título: "Acá nevó una vez". Mi cara debe haber sido un fiel reflejo de lo que en ese momento procesaba mi cerebro, porque quien me tiró la frase, José Morales Zapata (nuestro guía) lanzó una carcajada. Todavía se debe estar riendo.
La historia de la nevada es así: hubo en Puerto Rico una mujer, Felisa Rincón de Gautier, que en 1946 fue elegida alcaldesa. Dicen que fue la primera mujer que ocupó ese cargo entre las grandes ciudades de América. Pero, al margen del chovinismo natural, lo concreto es que Doña Felisa ocupó ese cargo durante 22 años.
En 1952, a la alcaldesa, que había sido miembro del Partido Liberal y luego fue cofundadora del Partido Popular Democrático, le pareció que era una injusticia que los chicos pobres del Puerto Rico, o sea, la gran mayoría de los chicos puertorriqueños, no conocieran la nieve. Y no la iban a conocer allí, justamente, en medio del Caribe.
Entonces, Doña Felisa fletó varios aviones de la compañía norteamericana Eastern y los trajo llenos de nieve. Se podrán imaginar la sorpresa, el miedo al principio, la sensación de esos chicos al caminar y tocar ese polvo blanco helado. No se puede negar que Doña Felisa estuvo astuta: hasta ahora a ningún candidato a la reelección como intendente, y menos en Córdoba, se le ha ocurrido una campaña así, lo que demuestra la poca inventiva de nuestros políticos. Felisa ganó las elecciones nuevamente y, como dije al comienzo, cuando la presenté, estuvo 22 años en el cargo de alcaldesa. ¡A ver si a alguno de nuestros candidatos se le ocurre algo novedoso, como traernos una playa caribeña a esta tórrida ciudad! Máxime ahora, cuando estoy escribiendo estas líneas y afuera la temperatura supera los 38º C.
Bueno, ¿vieron que era cierto, que en Puerto Rico una vez nevó? Ahora, no les puedo mostrar la foto de esa nevada porque yo no estaba cuando ocurrió. Pero les muestro la casa de Doña Felisa y a José Morales Zapata, el que me dio la "noticia" ("¿primicia?").

Abur.

La casa de la derecha es la de Felisa. José Morales Zapara en acción.